Hace unos meses conocí un viajero, nos llevamos bien rápidamente.Sin duda, nos une la pasión por los viajes!. Cuando me dijo que se quedaba pasar año nuevo en Lima, me alegre sabia que tendría un compañero de ruta.No lo niego, dudaba un poco porque lo recién lo estaba conociendo pero a la vez eso lo hacía más emocionante.
Agarre mi cámara, mi mp3, una mochila pequeña y listo...a encontrarnos.
Este es el tipo de viajes que me encanta hacer: sin un plan, sin itinerario, llenos de energía y con mucha buena onda... dejándonos llevar por el viento y Parkinson (su moto).
Hicimos dos o tres paradas, y en cada una de ellas cambiábamos el destino.
El recorrido en la moto se ponía genial, hasta llegar a Ticlio. Unos km. más allá empezaba la lluvia y el granizado.
Totalmente empapados, llegamos a una tienda en busca de algo caliente.Le pedimos a la señora que nos preste su cocina para calentarnos y también para calentar nuestros zapatos y medias que usábamos como guantes.
Esa noche, totalmente cansados llegamos a Tarma. Después de horas salimos a tomar algo a un bar. Fue ahí donde conocimos a un grupo de chicos de la ciudad, los que nos llevaron a conocer un lugar para bailar y tomar.Nos llevamos bien, nos invitaron a pasar año nuevo con ellos.
En la mañana mientras íbamos con Parkinson a conocer Tarma, nos cruzamos con esta hacienda.
Era muy lindo, y también algo costoso. Como pagarlo, si teníamos pensado no gastar mucho dinero...pero, como resistirse a no pasar al menos una noche en lugar así.
Al final, decidimos quedarnos!
Lo genial de ir sobre Parkinson era la libertad que sentía al tomar las fotos.
A la vez el movimiento y la rapidez hacía que sea más difícil captar alguna imagen.
Pasamos por el mercado a comer algo y a comprar un par de botellas de "calientito".
Esa noche fue la mejor del viaje.Miré uno de los mejores cielos que vi en mi vida, azul marino repleto de estrellas, que iluminaban el jardín de la hacienda.....nunca compartí tantas estrellas fugaces con alguien.
Fue genial.
Cuando sea una abuelita, me imagino viviendo en el campo, despertando y viendo un paisaje como este
Claro siempre con mis animalitos
Y cosas de colección.
Hubiera querido quedarme más días ahí, pero el viaje continuaba...
Entramos a la gruta Huapago, un señor de unos 75 años aproximadamente, nos mostró el fondo de la cueva.
Siguiente destino : La merced - Chanchamayo
Como no enamorarse de la selva.
No nos gusta tomar tours...pero ese día hicimos la excepción.
Ehhh la selva es increíble.
La última parada del último día del 2013, fue en el pueblo Ashaninka.
El jefe de la comunidad |
Entramos a la ceremonia, en la que cuentan su historia y nos convidan masato.
El jefe menciona a una chica de la comunidad para que escoja al esposo que pasará esa noche con ellos.
De pronto, Carla lo escogió.
Al final la ceremonia, pasamos al campo a bailar con los Ashaninkas. Él se acercó y me preguntó si me gustaría pasar el año nuevo ahí. Sin dudarlo, dije que sí....estaba muy emocionada, sería totalmente diferente y nunca me habría imaginado que algo así podría pasarnos.
Los carros se estaban yendo y nuestro guía e incluso los mismos Ashaninkas no creía que nosotros decidamos quedarnos ya que la invitación era falsa. Nos lo permitían pero teníamos que rentar un cuarto.
Era la oportunidad perfecta, para ver si ellos realmente aún conservan sus costumbres o todo es una farsa comercial.
Un par de horas más tarde y casi no había comuneros.
La cena del año nuevo, estaba servida.
Esa noche, cuando salí habían cinco o seis personas, ellos tomaban masato, cerveza, escuchaban cumbia, y ninguno en el traje habitual. Por momentos, habían huecos de silencio y una ligera incomodidad.
Llegó las doce, todos nos abrazamos brindando por el nuevo año. Nos alejamos un poco de grupo para ver jugar a los niños reventar cohetes mientras Jonathan me contaba sobre sus planes.
En un momento pensé en mi familia y en mis amigos.La verdad los quiero mucho pero se me hacia raro no echarlos de menos.
Y como si estaba en el césped, sintiendo el aire correr sobre mí, contemplando la intensidad de la luna, escuchando los truenos venir entre la risa de los niños.
Fue diferente, totalmente.
Nos levantamos temprano, para conseguir algún medio para regresar a la ciudad.
Recogimos nuestras cosas y a Parkinson.
Durante y después del viaje, aprendí muchas cosas de Jonathan que siempre le estaré agradecida, pero lo mejor de todo fue lo que comprobé de mi misma.
Durante casi toda mi adolescencia, he estado pegada a personas y/o a objetos...era muy difícil para mí soltarlas. Quizás suene raro pero sé que a muchas personas como a mí ,les cuesta dejar ir recuerdos, vivencias, sentimientos.
Hace 6 años pasé por uno de los peores momentos de mi vida, lo cual me llevo un trabajo intenso.
Pero no es fácil, después de cuatro años, he sentido que mi trabajo ha valido la pena.
Las personas que vienen a mí vida tienen un propósito. Algunas dejan huella, otros no tanto y el resto suele ser pasajero.
Generalmente hago esto , la verdad no se si este bien o mal.....pero suelo dejar y/o cortar las cosas o la relación con las personas y/o cosas cuando no tiene sentido continuarlas en un primer momento. Sé que mi manera de vivir puede parecer que no tiene ni un gramo de perseverancia pero al menos, pienso es lo más sano...para mí es mejor dejar ir que contarminar/lo - se, es mejor cortar a dañar/lo-se..
Lo importante es vivir, sentir, reir, soñar,volar, llorar cada momento de un presente pero todo con el respeto hacia uno mismo y hacia el resto.Cuando eso empiece a oscurecerse, la distancia es lo mejor.
Regresando, yo a mi vida de "oficinista" temporal y él con Parkinson a su vida de escritor viajero.
Una vez una personita especial a la que quiero mucho me enseño esto, y desde ese momento se convirtió en uno de los lema de mi vida :
"Los mejores recuerdos se guardan en el corazón".
Sin duda, mucho de esta aventura se va a guardar.
C.